17 de mayo de 2009

¿No policías gays?


En el contexto de las reformas por parte del Ministerio del Interior hacia la policía peruana, recientemente se ha publicado el nuevo reglamento de esta institución, lo cual ha generado mucha controversia entre políticos, activistas gays, defensores de los derechos humanos, y todo aquel que no se sienta ajeno al tema. ¿Por qué? Pues una de sus normas sanciona con dar de baja el “tener relaciones sexuales con personas del mismo sexo que causen escándalo o menoscaben la imágen institucional”.

¿Que causen escándalo? ¿Qué menoscaben la imágen institucional? El vocero mismo del Ministerio del Interior, Francisco Ugarteche, ha intentado justificar esta norma: “El hecho de ser homosexual no es sancionado, sólo el escándalo”. ¿A qué le llaman escándalo? Es decir, ¿un policía homosexual no puede salir con su pareja, tomarse de las manos, darse un beso o simplemente vivir de forma abierta sus preferencias sexuales, como bien podría hacer cualquier policía heterosexual? Eso es, y hay que decirlo con todas sus letras, DISCRIMINACIÓN.

Resulta realmente deplorable que sea el Estado mismo el que impulse la homofobia. Si bien es cierto ser gay en público causa reacciones diversas que van desde la curiosidad hasta la agresión, ello es porque la sociedad peruana es aún en gran medida tradicional. No es motivo, sin embargo, para que el Gobierno, que debería trabajar por un país justo e igualitario, difunda aún más aquel tradicionalismo contra el cuál muchos luchamos día a día. Es deplorable y, también hay que decirlo, atenta gravemente con los derechos de toda persona por vivir una vida digna y ejercer la libertad que a cada quién le corresponde.

El reglamento contempla también sanciones similares para los policías que mantengan relaciones extramatrimoniales, los que reciban sobornos y los que participen en huelgas o manifestaciones. ¿Se compara acaso la homosexualidad con el adulterio y el soborno? Con lo último, sin embargo, se completa, como ya muchos han dicho, una restricción a los policías en sus derechos de ciudadano.

Un llamado de atención, entonces, a las autoridades por sus formas homofóbicas y retrógradas de concebir "limpiar la imagen institucional". Un llamado de atención por promover un tradicionalismo caduco. Y por sobre todo, un llamado de atención por restringir ciertos derechos y no colaborar en la construcción de una sociedad de igualdad y respeto.