16 de noviembre de 2008

Cuestión de besos ...


Es uno de los fines de GPUC promover el respeto a la diversidad sexual, luchar contra la homofobia, pronunciarnos ante problemáticas tales como los crímenes de odio o cualquier tipo de discriminación por vivir una manera diferente de sexualidad que la socialmente aceptada, vale decir, la heterosexual. No pretendemos ser unos expertos en el tema, simplemente somos un grupo de chicos que luchamos por un objetivo común: una sociedad más abierta, justa e inclusiva, empezando por nuestra universidad. Como parte de este fin, me veo en la necesidad de tratar un tema que quizás no ha sido tocado porque no muchos gays suelen intentar demostraciones de afecto públicas, lo cual es enteramente lógico teniendo en cuenta lo cerrada que puede ser a veces nuestra sociedad.
En la PUCP en especial alguien que no ha salido del closet podría tener recelos de demostrar su afecto pues en cualquier parte del campus puede encontrarse con un rostro conocido (y sorprendido) ante lo que desde la perspectiva de un gay sería una demostración de afecto más.

Considero entendibles las distintas posiciones al respecto siendo este un tema muy controversial. Nos pueden mirar mal, pueden sentir rechazo, esa ya es otra cuestión; sin embargo, lo que me parece una cuestión criticable y digna de cambio es la forma en cómo las autoridades PUCP abordan el asunto, negándonos el derecho que tiene toda persona de expresarse libremente. ¿Acaso en la universidad esto no es válido? Comentaré para esto una anécdota mía reciente.

Estábamos mi enamorada y yo en un pastito del campus sentadas de lo más tranquilas. De pronto, como cualquier pareja disfrutando su bonito romance, decidí robarle un beso. En esas estábamos cuando el wachi pucp viene a decirnos que nos retiremos por favor. Nos había pasado ya un par de veces y nunca me habían quedado claros los motivos. Esta vez, ya algo irritadas, preguntamos que por qué. El wachi algo nervioso nos dijo que no podíamos sentarnos allí. “Todo el mundo se sienta aquí” le respondimos. Y aquí viene la excusa más ilógica que pudo haber dado. “Está prohibido, desde hoy… Se han quejado por allá” Y señaló algún punto indefinido por el Mc Gregor. Horas después vimos gente, como siempre, sentándose allí, nosotras mismas nos sentamos allí. Entonces, ¿en qué quedamos?

Esta anécdota me llevó a reflexionar sobre cuán válido era censurarnos de ese modo. No creo que las autoridades se atrevan a explícitamente prohibir demostraciones de afecto gay; es más, se nota que estos “wachi pucp” saben que no tienen la potestad de decirnos “¡no! En la PUCP no puedes demostrar ser gay”, pues sus razones, más que ser tales, son excusas para salir del apuro. Me pregunto ahora si sería válido que nos censuren si hubiese sido cierto que se quejaron. Creo que de todos modos no es razón suficiente (como no lo sería ninguna, en mi opinión), ya que, en principio, tampoco tendrían razón lógica para quejarse ni decirnos que no podemos hacer algo de lo que somos completamente libres, y segundo, que aquí nadie quiere fastidiar a nadie. No es figuretismo ni nada intencional. Imagino que todo aquel gay, salvo excepciones, que con su pareja decida darse un pequeño o buen beso es porque, como en cualquier pareja heterosexual, también salvo excepciones, han hallado el instante y el modo de disfrutar su relación. ¿Acaso nos pueden negar eso? Creo que no.