28 de julio de 2009

"Los medios nos han convertido en monstruos"

Este artículo es pasado pero creemos se debe difundir.

Entrevista a Susel Paredes. La abogada defensora de los derechos homosexuales y secretaria general del Partido Socialista sostiene que los últimos asesinatos en la farándula peruana han contribuido a consolidar la delirante fórmula ‘gay=loco, desenfrenado y promiscuo’. La confesada lesbiana explica aquí las razones de su rabia, e invita a quienes todavía no han salido del clóset a hacerlo de una vez.

Por Ghiovani Hinojosa

–¿Los crímenes de Alicia Delgado y Marco Antonio acentúan el estereotipo que tienen muchos peruanos de los homosexuales como personas pervertidas y desordenadas en su vida sexual?

–Estoy haciendo un seguimiento a la prensa “chicha” y he encontrado algunos titulares lapidarios sobre asesinatos por homofobia como “Macabro” y “Machona Maldita”. Los medios ahora están vendiendo un doble prejuicio: el gay como un promiscuo que busca tener sexo con todos los hombres que ve y las lesbianas como unas locas posesivas y apasionadas que no tienen reparos en matar. Pero nosotros tenemos la misma composición química que los heterosexuales: podemos ser tan alegres y fríos como ellos.

–El tratamiento informativo los ha estigmatizado.

–Claro, hay muchos gays que trabajan en diversos oficios y no andan coqueteando con desconocidos. Pero, ¿qué mejor para las oficinas comerciales de los medios que crear un monstruo, qué hay más atractivo y morboso que ofrecer seres desalmados? Con su cobertura, la televisión, los periódicos y la radio nos han convertido a los homosexuales en monstruos, en peligros para la sociedad. Y eso que habemos de todo: profesores, curas, banqueros, químicos, policías, militares, jardineros, en fin.

–Pero, ¿no crees que el comportamiento de algunos gays exitosos o adinerados que se rodean de menores a quienes tienen como amigos sexuales contribuye a esta percepción?

–Lo que describes también ocurre con los heterosexuales: miremos, por ejemplo, las acusaciones contra los curas pederastas en Estados Unidos, quienes han pagado millonarias indemnizaciones para que este tema sea silenciado. Por otro lado, la prostitución no es exclusiva de los homosexuales. Por favor, leamos los avisos clasificados de todos los diarios, incluso de los supuestamente serios: allí jovencitas heterosexuales ofrecen sus servicios de compañía. ¿Y acaso hablo de ellas como monstruas porque en sus avisos incluyen palabras como “chibolita” o “peladita”? ¿Por qué no tildamos de promiscuos con la misma fuerza a los hombres heterosexuales que “levantan” mujeres desconocidas en la calle y terminan en muchos casos “pepeados”? Generalizar es anticientífico, poco serio y absurdo.

–Esto revela nuestro machismo como sociedad.

–Así es. Por ejemplo, los peruanos heterosexuales que no quieren casarse y tienen mil chicas son vistos como exitosos. Tienen el modelo de Hugh Hefner, el abuelito dueño de la revista Playboy, quien vive con seis mujeres cuarenta años menores que él en su casa. ¿Alguien dice que es un degenerado? No, lo ven como un empresario afortunado, lo aplauden y quieren ser como él. En cambio, un homosexual con muchas parejas sí es un promiscuo. ¿Por qué existe esta doble vara para medir la misma conducta?

Salgan del clóset.

–Estar encerrados dentro del clóset es un grave daño para nuestra salud mental. ¿Te imaginas vivir como un fugitivo todos los días; y si eres hombre, casarte y tener hijos para que crean que eres heterosexual? Vivir a escondidas propicia que las relaciones homosexuales sean clandestinas, por ejemplo que un gay casado vaya a una discoteca del Centro de Lima, conozca a un “flete” (joven dedicado a la prostitución) y se lo lleve a un hotel.

–Es decir, el sistema discriminatorio lleva a la promiscuidad homosexual.

–Conozco a un montón de profesoras lesbianas que no asumen públicamente su condición sexual por temor de que las boten del trabajo. Entonces, se inventan un novio o lo que sea. Esto las obliga a contratar los servicios sexuales de personas desconocidas que las ponen en situaciones de riesgo. No es que ellas sean promiscuas por naturaleza, sino que las condiciones sociales las obligan a serlo. Los gays y las lesbianas deben atreverse a salir del clóset, para impedir el chantaje de sus parejas ocasionales y para liberarse de la carga psicológica que implica hacerse invisibles.

–En la práctica, parece que resulta muy difícil hacerlo luego de haberse callado mucho tiempo.

–Alicia Delgado, por ejemplo, mantenía un discurso esquizofrénico: negaba que era lesbiana y, al mismo tiempo, actuaba como la mujer de Abencia Meza. Ambas se bañaban juntas de la mano, intercambiaban regalos y vivían en la misma casa.

–¿Qué consecuencias trajo esta autorrepresión?

–Si Alicia hubiera asumido abiertamente su lesbianismo, su vida posiblemente hubiera sido más satisfactoria. No en lo económico, sino en lo emocional. Un homosexual que oculta su condición todos los días frente a los medios se enferma. El día que yo le dije a mi familia que era lesbiana, mi vida dio un giro de 360 grados. No hay nada más saludable que vivir con la verdad.

–Y que la sociedad te reconozca.

–La mayoría de gays y lesbianas está inmersa en un círculo vicioso porque piensa así: no decimos que somos homosexuales porque tenemos miedo de que nos discriminen. Entonces, nadie sabe quiénes, cuántos y cómo somos. Por eso es muy importante que todos salgamos del clóset, para que la sociedad se dé cuenta de que la imagen de monstruos que nos han creado los medios es falsa. Ya en otros países del primer mundo los homosexuales han empezado a mostrarse públicamente. Y esto es muy bueno porque el ciudadano común advierte que no todos los gays son peluqueros, que también hay científicos, artistas, ingenieros, médicos, en fin. En el Perú, es ejemplar el caso de Óscar Ugarteche, un economista que es profesor principal de la Universidad Autónoma de México y que, en vez de escribir sobre peinados y colores, habla con agudeza del comercio internacional.

Te mato porque no vales.

–La sociedad nos ha estigmatizado al punto de creer que no valemos como personas. Entonces, nos pueden hacer lo que quieran. La lógica perversa es: si los gays y las lesbianas somos peligrosos, promiscuos y desordenados, ¿qué daño recibe la sociedad si desaparecemos? Ninguno, más bien se libera de nosotros. Los prejuicios justifican el comportamiento de los agresores, ellos dicen: “yo no estoy matando a un padre de familia honorable, estoy desapareciendo a un maricón”.

–¿El gobierno peruano se ha preocupado por proteger realmente a los ciudadanos homosexuales?

–Un solo dato revela su nula voluntad: somos el único país americano que en diciembre del año pasado no firmó una declaración conjunta de las Naciones Unidas que recomendaba despenalizar las relaciones gays y lésbicas. Tampoco formamos parte de la Convención Iberoamericana de Derechos de los Jóvenes, que ordena respetar la orientación sexual de los menores. Y a nivel nacional necesitamos crear una ley que sancione los crímenes de odio, tanto por opción sexual como por raza, como existe en Brasil. Pero no todo es reforma jurídica: paralelamente, debemos educarnos en la idea de que toda persona merece respeto por el solo hecho de serlo.